Escenarios de leyenda

Documentar «El bosque de los cuatro vientos» no fue una tarea sencilla. A la autora le llevó años y reiteradas visitas al viejo monasterio y a multitud de archivos el poder componer un cuadro completo de la historia real de la Leyenda de los nueve anillos. El viaje literario a comienzos del siglo XIX implicó también estudiar costumbres, forma de hablar, leyes, farmacopeas y usos de la época. María Oruña ha confesado en más de una entrevista, de hecho, que todas las aventuras que vive el personaje de Jon Bécquer en la primera mitad de la novela son, en realidad, muy parecidas a las que vivió ella misma mientras se documentaba.

El hecho de que, tan solo unas semanas después de publicado el libro, apareciesen cuatro de los nueve anillos de la leyenda, obedece a uno de esos instantes mágicos del destino, en que el trabajo de investigación de la escritora se fundió con el interés y vitalidad de la verdadera restauradora de arte sacro, Vania López, que en la novela dispone de un alter ego llamado Amelia. Tanto la autora como la restauradora, en la actualidad, siguen manteniendo el contacto y maravillándose con la historia oculta de los viejos bosques de Galicia.

Monasterio de Santo Estevo en ruinas, antes de ser restaurado.
Monasterio de Santo Estevo tras su restauración.

«Marina pensó que no había visto tanto verde en toda su vida. Solo piedra y verde. Árboles, prados y espesura allá a donde mirase. Y un cielo cada vez más oscuro, que los avisaba antes de envolverlos, que les susurraba que ya estaban en el Reino de Galicia y que el reino estaba en ellos.»

María Oruña, caracterizada, frente al altar de la Iglesia de Santo Estevo. A ambos lados del altar, en lo alto, se encuentran los relicarios donde de forma posterior fueron encontrados 4 de los 9 anillos de la leyenda.
«Era como si supiese que estaba a punto de entrar en un mundo en el que una noche podía durar siglos, en el que lo inasible, lo imprecisable, podía tener explicación. Sin saberlo, desde que había llegado a Galicia, había comenzado a viajar por las trenzas del tiempo.»

PLANOS Y MAPAS

Plano general de Santo Estevo

CLAUSTRO DE LOS CABALLEROS

El Claustro de los Caballeros

«…lo llamaban «de los Caballeros» y era enorme, se encontraba ajardinado y estaba cubierto por un mar impecable de césped.»

Claustro de los Caballeros Santo Estevo

CLAUSTRO DE LOS OBISPOS

El Claustro de los Obispos

«el verdadero corazón del inmenso edificio: un claustro pequeño y antiguo, ecléctico, con varios estilos entremezclados que por entonces no supe determinar. La piedra de sus arcos había sido tallada en giros imposibles, como si la humilde mano del hombre hubiese hecho ganchillo con ella hasta encontrar la alquimia exacta de la belleza.»

Claustro de los Obispos

«En este patio hubo un precioso jardín con flores y, si me apura, con setos de boj. Su fuente está en Ourense.

—¿Cómo que su fuente? ¿Aquí había una fuente? —pregunté, incrédulo.

–Claro, Jon. ¿Acaso ha existido alguna vez un monasterio sin fuentes?»

«…siento que este rincón secreto del mundo es uno de esos lugares donde ha sucedido absolutamente todo y donde ya no queda rastro de nada, salvo en sus piedras, esculpidas por el agua, la historia y el musgo de lo pretérito y vetusto.»

«Rostro de mujer, cuerpo de pájaro y cola retorcida. Se supone que es una alegoría de los vicios, del mal, de la culpa y el castigo. Quizás por eso tenga encima a ese individuo vestido con hábito, ¿se ha fijado? También sostiene un libro, aludiendo a la formación espiritual para combatir al maligno.»
«¿Ve esta figura que sostiene un libro y un puñal? Simboliza a Abraham cuando va a sacrificar a su único hijo, Isaac, porque Dios se lo ha pedido.»
DETALLE del claustro de los Obispos, pared pegada a la Iglesia y donde, el lo alto, reposaban originalmente los restos de los obispos, antes de ser pasados al altar de la Iglesia y a sus relicarios.

CLAUSTRO DEL VIVERO

EL CLAUSTRO DEL VIVERO

El claustro pequeño, en comparación con el de los Obispos, podía resultar decepcionante, pues su sencillez y austeridad carecía del encanto del que habíamos dejado atrás.

—¿Aquí también había una fuente? —pregunté, mirando hacia el centro empedrado del patio.

—Oh, no. Aquí tenían una piscina para peces. ¿No ha leído los carteles?

La habitación de Jon Bécquer

«Aquella habitación disponía de una espectacular cúpula de piedra en el techo. A la derecha, había una gran cama de forja de metal reluciente y plateado. A la izquierda, un baño que parecía un cubo enorme instalado dentro del espacio rectangular que conformaba la habitación; de frente, un escritorio y, al fondo, un ventanal en el interior de un espacio abocinado, cuya estructura albergaba dos bancos de piedra, uno a cada lado. El sargento sabía que a aquellos lugares, en Galicia, se les llamaba faladoiros, pero solo los había visto en castillos, nunca en las habitaciones de ningún hotel.»

Archivo Histórico Diocesano

LA PANADERÍA DE SANTO ESTEVO

La vieja Panadería

Confeccionado con una mezcla de lino ligero y suave algodón, este vestido es perfecto para el “veroño”. Su diseño recuerda una camiseta oversize con cinturón.

«Las ruinas de la vieja panadería, edificada a finales del siglo xvii, eran maravillosas. Ya no quedaban techos ni apenas paredes, pero sí la gran chimenea y varios hornos. El paseo por aquella espesura amurallada era breve pero delicioso: robles y castaños antiquísimos se retorcían sobre la tierra buscando el cielo, al que siempre llegaban antes los centenarios y señoriales abedules.»

LA CASA DE AUDIENCIAS

La Casa de Audiencias

Confeccionado con una mezcla de lino ligero y suave algodón, este vestido es perfecto para el “veroño”. Su diseño recuerda una camiseta oversize con cinturón.

«Había un escudo de piedra encajado en la pared, y era más grande incluso que la puerta de acceso a la vivienda, y eso que era de doble hoja. Vi las nueve mitras dentro de la majestuosa forma heráldica, que estaba rodeada de unos cordones de piedra que caían a sus lados como si fuese una cortina. Debajo, una vieira, símbolo peregrino. Encima, una cruz. Bajo el escudo, una fecha: 1752. Aquella era, sin duda y según mis planos, la Casa de Audiencias, la de la Inquisición.»

LA ANTIGUA HUERTA MONACAL. El escenario del crimen.

«El voluminoso cadáver había aparecido justo a la entrada del huerto, boca abajo y con las manos cerradas sobre la tierra, como si el hombre hubiese intentado sujetarse a ella. A pesar de lo trágico de la escena, el oscuro hábito monacal que llevaba el muerto encajaba a la perfección con el ambiente ancestral y melancólico, y era la policía judicial la que parecía fuera de lugar entre aquellos muros.»

LA CASA DEL MÉDICO

LA CASA DEL MÉDICO

«Sí, allí estaba la casa del médico, prácticamente en frente de la de audiencias. Su escudo también tenía nueve mitras, pero tanto el inmueble como su blasón eran mucho más discretos y pequeños que el primero. Según mi información, la casa del médico era incluso más antigua, pues había sido construida en 1687.»

EL LUGAR DE LA HORCA

EL LUGAR DE LA HORCA

«…el Lugar de la Horca.

—Pero ¿aquí ahorcaban a gente?

—Desde que yo vengo, no —se burló guiñándome un ojo—, pero en su tiempo subían a los ajusticiados allí arriba y los colgaban.»

En este lugar de «la Horca» habían instalado una gran cruz, que fue partida por un rayo. En la imagen, puede verse todavía la base vertical de la citada cruz, cuyos restos se encontraban desperdigados por la ladera de la montaña.

CABALLERIZAS

ANTIGUAS CABALLERIZAS, HOY RESTAURANTE DEL PARADOR

«Les dieron una mesa discreta, en una esquina cerca del acceso al bosque, al lado de otro gigantesco arco de medio punto que había sido, cientos de años atrás, la entrada a las caballerizas del monasterio.»

LA IGLESIA

LA IGLESIA DE SANTO ESTEVO

«Los estilos románico, gótico y hasta barroco se entremezclaban en la piedra, en los retablos y en las hechuras del templo.»

«Era temprano y una brisa fresca provocaba que el aire murmurase, que silbase suavemente avisándonos de que entrábamos en terreno santo. Comenzaban a caer las primeras hojas de los árboles cuando el padre Julián nos abrió la puerta de la iglesia de Santo Estevo.»
«A ambos lados del altar reposaban las arcas con los restos de los obispos. Dejé que desplegasen su equipo de fotografía y unas escaleras en forma de tijera ante los restos, situados en lo alto. Las arcas estaban dentro de una especie de armarios cuyas puertas se componían de barrotes en pan de oro que dejaban ver el interior.»
«Un vitral redondo y de color azul, en el ábside mayor y central, justo encima del altar, nos disparaba su luz directamente, como un rayo.»

«Bajo aquellas estructuras se alzaban altos y nobles asientos de madera cuidadosamente labrados. En los respaldos había diversas tallas, y en el del asiento central figuraba, por supuesto, el escudo de las nueve mitras.»

EL VIEJO ÓRGANO DE LA IGLESIA

«¿ve ese órgano? Es de 1747. Pues usted mismo puede ver lo que dejaron, solo la caja. El resto voló. Y si robaron algo tan grande, imagínese lo fácil que sería llevarse unos anillos, ¿verdad?»

SEQUEIRO

Antiguo sequeiro (lugar donde secaban castañas) de camino al «lugar de la horca»

LA SACRISTÍA DE SANTO ESTEVO

LA SACRISTÍA DE 1640

«Había sido concebido como una especie de armario empotrado, y en la parte inferior unas filas de cajones grandes y pesados, de la madera más oscura, hacían de base a dos enormes puertas que seguían la forma del arco de medio punto. Estas puertas de madera habían servido de lienzo para un artista no identificado, que en una de las hojas había pintado a san Esteban y, en la otra, a san Benito. Las imágenes eran imponentes, pues su tamaño doblaba al de una persona real.»

Relicario de la Sacristía de Santo Estevo
«Para mi sorpresa, dentro de aquella especie de armario centenario había un gran retablo de madera de varios pisos, en tonos dorados. Al principio no pude distinguirlo, pero al aproximarme comprobé que cada talla de madera policromada, cada imagen, guardaba un resto humano tras un vidrio cuidadosamente sellado; era un retablo relicario.»

BAJO LA SACRISTÍA

«Emocionado, me puse a dar vueltas por aquel espacio. Tenía ventanas pequeñas y altas, abocinadas. Las columnas de piedra que sostenían el techo eran todas diferentes. Unas más elegantes y elaboradas, pero otras hechas de retales pétreos con bastas formas desiguales. Quijano debió de pensar lo mismo que yo, pues las estudió con detenimiento.

—Desde luego, esto no lo construyeron para que lo contemplasen los fieles —comentó, absorto en las estructuras.»

«Directamente, y a través de un grueso muro de piedra, accedimos al piso inferior de la sacristía. Ayudados con las linternas de los teléfonos móviles, iluminamos la estancia. Era magnífica. El techo de madera era, desde luego, el suelo que habíamos pisado hacía solo unos minutos, y por su estado ya teníamos claro que correspondía a la fecha de construcción, a mediados del siglo xvii.»
Entrada al piso inferior, bajo la Sacristía de la Iglesia de Santo Estevo.

LA COLINA DE LOS VIENTOS

(Dentro bosque privado del Parador)

«En un lugar sagrado como este, el punto más alto de la colina donde se ubicó el monasterio de Santo Estevo, tiene lugar el encuentro de los cuatro vientos, donde la leyenda habla de ritos antiguos, donde tiene lugar el encuentro con la humildad.»

LA FUENTE DEL CLAUSTRO DE LOS OBISPOS. TRAS LA EXCLAUSTRACIÓN, EN OURENSE

LA FUENTE DE LA PLAZA DEL HIERRO (OURENSE)

«¿ves esas dos águilas sobre el plato superior? Simbolizan la inspiración espiritual, la majestuosidad. Sus alas son las de la oración, y hay quien dice que iconográficamente representan el ascenso de Cristo y la victoria sobre el mal.

—¿El mal? ¿Te refieres al diablo?»

«Fíjate en lo que hay bajo el plato inferior, ¿ves? Sirenas. ¿Recuerdas la arpía del claustro de los Obispos? Pues aquí de nuevo entramos en la iconografía de las bestias, de los híbridos, que representan el pecado y la vanidad en el mundo. Por eso creo que colocaron las sirenas en el plano inferior y a las águilas arriba, dominándolas. El bien sobre el mal. ¿Te sirve de algo?»

MONASTERIO DE SANTA CRISTINA

EL MONASTERIO DE SANTA CRISTINA (PARADA DE SIL)

«Jon, entre ruinas y partes todavía sólidas, pudo intuir la vieja estructura del pequeño monasterio. Escalones, puertas y símbolos extraños tallados en piedra por todas partes.»

María Oruña en el claustro del Monasterio de Santa Cristina (Parada de Sil)

CANALIZACIONES DE AGUA

ANTIGUAS CANALIZACIONES DE AGUA SANTO ESTEVO

«Una maldita puerta en mitad del bosque», se asombró Jon, acercándose. Solo había algo de claridad en la entrada, y tras superar un pequeño escalón podía verse, en el suelo, un hueco cuadrado lleno de agua cristalina y de muy poca profundidad. De frente, un túnel pequeño, y a derecha e izquierda dos túneles de más altura, ambos con tuberías de piedra abiertas sobre el suelo. Por aquellas cañerías artificiales, sobre el musgo y los helechos, discurría el agua más cristalina y limpia que Jon había visto nunca.»

María Oruña en la entrada de las canalizaciones de agua. Bosques de Santo Estevo.
«Con el tiempo, Bécquer había comprendido que en la vida siempre llegaba un instante de perdición absoluta. Un abismo insondable en el que ya todo era repetido, y en el que las historias solo cambiaban de nombre. Era como deambular en un bosque al que siempre se llegaba al anochecer, cansado y sin ganas de caminar.
Pero a veces, en ese instante de clarividencia absoluta, de comprender que nada podía perdurar y de que todas las historias eran siempre la misma, aparecía un agujero en el bosque. Y a través de aquel punto de luz se podía escapar del decorado roto que componía la espesura adormecida.»

MONASTERIO DE OSEIRA (OURENSE)

EL MONASTERIO DE OSEIRA

«…habían salido de Oseira treinta y ocho botes de cerámica de Sargadelos en el año 1835, que habían permanecido en aquel hospital de San Roque para luego ser trasladados al provincial, quedando intactas tanto las piezas como su contenido durante doscientos años.»

Recreación de botica monacal en el Monasterio de Oseira

«—¿Pues por qué la rosa, padre?

—¿Por qué? Porque de la semilla insignificante se llega a la belleza, a la materia transmutada. La alquimia, querida niña, es uno de los caminos del hombre para conversar con Dios, pues en ella se encuentra el mayor entendimiento y equilibrio entre la fe y la razón.»

«Cuando entré por primera vez en la biblioteca de Oseira sentí como si accediese a otra época, a un misterioso y extraño cuento gótico. El propio monasterio era un lugar ácrono, fuera del tiempo. Adentrarse en su corazón de piedra suponía acceder a un estado de suspensión donde ya nada era lo que había sido, pero donde permanecía una esencia de piedra, de frío y de historia.»
«El techo era muy alto, con varias bóvedas de piedra y ventanas de tamaño discreto más cerca del techo. De inmediato me llamaron la atención las escaleras de madera, barrocas y diminutas, que se colaban tras las estanterías y que subían hacia la planta superior, en la que los estantes superiores salvaban el breve abismo con una balaustrada laboriosamente tallada.»

EL CENTRO DE RESTAURACIÓN SAN MARTÍN

LOS CUADROS DE LOS OBISPOS

«… supe al instante que en aquellos lienzos no había falsificación alguna. En ellos, cada obispo disponía de una actitud diferente. Uno miraba al horizonte, otro sostenía un libro, alguno dirigía su gesto al espectador. No parecían obispos, porque iban vestidos con una túnica negra, como si en realidad fuesen sencillos monjes. Sin embargo, en todos los casos se repetía un mismo patrón. Una lujosa mitra sobre una mesa, una silla o incluso sobre el suelo, que en todos los casos era ajedrezado, en tonos marrones y negros. Y todos llevaban, claramente y en primer plano, un anillo episcopal dorado con una única piedra preciosa, que parecía en algunos casos un rubí, en otros una esmeralda y, en menos ocasiones, un zafiro.»

LA VIEJA PÍA (Posiblemente, antiguo sarcófago de uno de los obispos)

«… regresé hacia el parador por si el fotógrafo los había llevado donde estaban antes las cocinas, que fuera hay una pía enorme donde a veces hacen fotos.»
«En Galicia tengo la sensación de que lo extraordinario se acepta de forma natural, como si todo atendiese a una lógica sabia y misteriosa, completamente desconocida para los forasteros. Tras cada paso hay una leyenda, un duende inasible que tiene algo de verdad. Tras cada piedra, una historia que merece ser contada.»

LOS ANILLOS

«Galicia era el misterio de las miradas antiguas y sabias; era furia, nobleza, dolor, era verde y era agua. Para Marina, que tanto vivió, aquel reino fue siempre añoranza.»

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